martes, 20 de octubre de 2009

LOS RETOS DE LAS FACULTADES DE PERIODISMO

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

En estas horas aciagas para el periodismo, en el contexto de un incómodo unanimismo que se viene consolidando desde 2002, sería importante escuchar a las escuelas de periodismo o a las facultades de comunicación social. Saber qué piensan, por ejemplo, de los evidentes casos de censura contra plumas críticas al régimen uribista, como Hernando Llano Ángel (El PAIS), Javier Darío Restrepo (EL COLOMBIANO) y recientemente la expulsión pública de Claudia López (EL TIEMPO). Estos casos y otros, así como el rol de amanuenses y estafetas que viene cumpliendo la gran prensa colombiana (con algunas excepciones, sin que ello los ubique en la oposición), bien ameritan una fuerte discusión al interior de las facultades de periodismo, que al parecer, están pasando agachadas ante la evidente mordaza a la libertad de expresión y ante una especie de auto mordaza de los mismos medios a la libertad de prensa que tanto defienden y exigen, de la que dejan un mensaje de infinita lealtad hacia el gobierno de Uribe, que muy seguramente el régimen catapultará a su favor más adelante.

Es sobre ese complejo escenario mediático y político que las escuelas y facultades de periodismo están formando periodistas, razón por la cual se requiere urgente una revisión crítica no sólo de las circunstancias específicas, sino las de un amplio contexto en el que la concentración de los medios en conglomerados económicos, afecta sin duda las expectativas formativas y profesionales de dichas escuelas y claro, las de sus actuales y futuros estudiantes. Es más, hay que insistir en explicarles a los estudiantes de periodismo cómo funciona la tríada Audiencias- Anunciantes- Medios de comunicación para que reconozcan la complejidad en la que se van a mover como profesionales, como informadores.

Vale la pena insistir en formar periodistas con presupuestos éticos soportados en quimeras como la verdad, búsqueda hoy asociada al unanimismo que de manera natural entrega una sola versión de los hechos públicos; en la confrontación de fuentes, principio cada vez menos aplicado por los grandes medios, pues es suficiente con lo que deja saber la Casa de Nariño; o insistir en bienes constitucionales como entregar información oportuna, veraz e imparcial y ser responsables socialmente, hoy proscritos de la actividad periodística colombiana. Creo que son asuntos que hoy deberían estar sobre la mesa de los comités de currículos de las facultades de comunicación social- periodismo o de periodismo.

Es parte de la responsabilidad social de las instituciones universitarias que amparan a los programas de periodismo, ofrecer a sus estudiantes explicaciones claras acerca de las circunstancias en las cuales hoy se informa en Colombia y en el mundo, pero especialmente en nuestro país, por el enrarecido ambiente político por cuenta de un afán reeleccionista de una minoría presentada como mayoría, que quiere perpetuar a Uribe en el poder y de un Presidente que quiere quedarse varios años más en el Solio de Bolívar, afectando en materia grave el equilibrio de poderes.

Es urgente un análisis de lo que viene sucediendo con el periodismo en Colombia. Es necesario empezar a discutir los eventos que hoy hacen que dicha actividad esté en una crisis profunda en términos de su credibilidad y de la responsabilidad social, económica, cultural y política que la prensa tiene, especialmente la televisada, frente a las audiencias. Más allá de la enseñanza de unas técnicas y de unos saberes prácticos propios del periodismo, es necesario que las facultades de periodismo insistan en formar ciudadanos críticos, pensantes, reflexivos y sobre todo, investigadores, con capacidad discursiva que les permita moverse en un complejo escenario laboral.

Es urgente documentar críticamente estos años oscuros para el periodismo, bien a través del análisis de casos o de investigaciones profundas alrededor de las prácticas periodísticas cada vez más asociadas y dependientes de los intereses políticos partidistas, de los que tienen los conglomerados económicos, y, claro, de los ya evidentes intereses del Gobierno de Uribe.

Es hora de que el contexto por fin aparezca en los planes de estudios de las carreras de periodismo, pero no simplemente articulado a la existencia de asignaturas. Por el contrario, se necesita que confluyan diversas estrategias y mecanismos que enriquezcan la formación de los futuros periodistas. Por ejemplo, mantener una actitud vigilante de las formas discursivas, de la acción mediática frente al poder económico y político. Un Observatorio de Medios, en principio aportaría, pero se requiere de un pensamiento activo que repiense no sólo la formación de los estudiantes, sino el propio ejercicio periodístico, especialmente, en territorios no necesariamente articulados a las dinámicas globalizantes. Repensar la enseñanza del periodismo debe permitir, en el mediano plazo, cambiar las lógicas periodístico-noticiosas, reconocidas más como recetas, que como un natural ejercicio del pensamiento, de la confrontación de ideas y de versiones, que es como debe entenderse el periodismo. Ese es el reto.

Véase www.laotratribuna1.blogspot.com

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