La democracia se puede entender a muy grandes rasgos como la forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por el pueblo; su característica básica es que la democracia, al limitar la autoridad, relaja también la disciplina; por eso se opone a todo poder absoluto, incluso el de la mayoría. El poder ejercido por la mayoría debe distinguirse de todo otro en que, no solo presupone lógicamente una oposición, sino que la reconoce legitima desde el punto de vista político, e incluso la protege, creando instituciones que garantizan un mínimo de posibilidades de existencia y acción a distintos grupos religiosos, nacionales, o económicos, aun cuando solo estén constituidos por una minoría de personas A partir de lo anterior, se puede decir que la mas importante fortaleza de la democracia, en la forma como es entendida actualmente, es que busca tratar a todas las personas como iguales, superando postulados propios de la monarquía y de la aristocracia según los cuales habrían personas que, ya por derecho divino en el primer caso o por una mayor racionalidad en el segundo, valdrían mas que el resto de las personas. El principio de igualdad de la democracia trae consigo varias consecuencias que a su vez se constituyen en fortalezas de la democracia: Gracias al principio de igualdad de la democracia se puede reivindicar el derecho a la libertad, hasta el punto de convertirlo en otro principio democrático, y con ellos (principios de igualdad y libertad) hacerse a derechos como el de petición, la seguridad jurídica, a reunirse en asambleas, la libertad de expresión y la privacidad, antes considerados como aristocráticos, exclusivos de la nobleza, que hoy son derechos reconocidos como fundamentales a todos los ciudadanos. De el hecho de que todos los ciudadanos sean tratados como iguales en la democracia, se sigue el que sus opiniones tengan igual peso y que sean todas igualmente dignas de respeto y consideración, lo cual trae consigo dos grandes consecuencia: por un lado permite que las diferentes personas participen en el diseño de las políticas tendientes a atender sus necesidades, pues, en la democracia, cada cual es considerado como autónomo, y por ende, capaz de darle objetivos a su vida, y de proponer medios para conseguirlos a partir de su propia racionalidad. Esta libre búsqueda de fines dentro de la democracia implica que la democracia respeta (en pie de igualdad) y se considera a la pluralidad como algo enriquecedor para la sociedad en general. Finalmente, el hecho de que la democracia permita, e incluso pueda ser considerada como un método de renovación política y social no violenta, tiene que ser considerado como otra de sus principales fortalezas. En primer lugar tenemos que los gobiernos democráticos, gracias a su carácter limitado en el tiempo, pueden rotar y renovarse. En segundo lugar, la democracia permite que se puedan dar pacíficamente cambios políticos y sociales de fondo que vayan más allá de la rotación de los gobiernos específicos, para convertirse en cambios en la esencia misma de un Estado democrático e incluso, de la misma democracia.
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