jueves, 17 de septiembre de 2009

LOS MEDIOS DEL MIEDO

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

En la tarea periodística se descubre, con cierta facilidad, la intención de reproducir las estructuras de poder y de dominación tradicionales, a partir de un discurso periodístico-noticioso construido con elementos propios de la moral cristiana y el miedo, que juntos coadyuvan a la legitimación de un régimen disciplinario y de control que tiene nombre propio: Álvaro Uribe Vélez.

Los medios, como empresas, recogen los réditos de un trabajo informativo acucioso y sistemático, cuyo objetivo estratégico es mantener condiciones de incertidumbre, asombro y miedo y, llegado el caso, hasta terror en las audiencias, frente a factores claves para la convivencia social como lo son la seguridad, la solidaridad, la confianza en los demás y en las instituciones del Estado.

Los periodistas y los medios saben que los colombianos tienen miedo a los cambios estructurales. Preferimos aceptar pequeños ajustes, maquillajes a una imagen negativa que arrastramos del Estado, de las formas de acción política y en general, del manejo de los asuntos públicos. No es posible pensar y aceptar que hay asuntos y problemas que sólo podemos superar revisando el fondo de un régimen político ilegítimo como el nuestro. Nos da pánico pensar en cambios sustanciales, y esa circunstancia es bien explotada por unos medios que trabajan para producir y reproducir no sólo el miedo, sino la costumbre, la tradición y de forma consecuente, mantener condiciones históricas de beneficio restringido para quienes han ayudado a privatizar el Estado colombiano.

Al revisar de manera cotidiana la agenda mediática (extensión de la agenda de Gobierno) encontramos asesinatos, violaciones, ataques de las FARC, caletas que se descubren por arte de birlibirloque, masacres, atracos callejeros y una suerte de hechos noticiosos cargados de desesperanza, que se conciben desde la necesidad entronizada en el discurso de periodistas y presentadoras, de generar incertidumbre, turbación, alarma y ansiedad en unas audiencias poco preparadas para la disquisición y la confrontación de las versiones periodísticas, alimentadas de fuentes oficiales que saben que al inocular el miedo, se abre espacio para el discurso político que ofrece combatirlo, así sea de forma ilegal.

Uribe Vélez ofreció seguridad en 2002 y alcanzó la Presidencia, en un contexto en el cual los medios y la abyecta acción de las FARC en la zona de distensión, se encargaron de generar en las audiencias desasosiego y temor, hasta el punto que terminaron aceptando la propuesta de la seguridad democrática, que aunque genera aprensión por los crímenes de Estado (‘falsos positivos’), se erige, con la anuencia de periodistas, líderes de opinión y empresas mediáticas, como una bandera que nadie se atreve a tocar o a bajar de lo más alto del mástil en el cual hoy ondea orgullosa y reelegida por los avances logrados en seguridad.

Sin duda, el discurso noticioso termina exacerbando las ya evidentes posturas fascistas de quienes siguen resignados y por cómplice admiración, a un Presidente que cree a pie juntillas en que gobernar con y sobre el miedo, asegura condiciones de gobernabilidad pues los ciudadanos terminan aceptando con mayor facilidad el terror del Estado y no la turbación que generan en las asustadizas audiencias, los discursos políticos que proponen revisar las estructuras de un régimen, de un Estado y de un modelo económico a todas luces excluyentes y provocadores. Es decir, los que proponen verdaderos cambios para un actuar decente y legítimo del Estado.

Hoy más que nunca se necesitan acciones investigativas y analíticas del discurso mediático, para pasar, en el mediano y largo plazo, a la acción política de formación de estados divergentes de opinión pública, con los cuales podamos enseñar a amplios sectores de las audiencias que el miedo que los medios intentan generar en nosotros, obedece a una estrategia bien planeada de mantener una política de seguridad democrática que sin duda genera terror (‘falsos positivos’), pero que por la acción mediática, ha terminado convirtiéndose en el único salvavidas que nos queda para sobrevivir en una Colombia en donde periodistas, políticos, el Presidente, el Congreso en pleno y los colombianos afectos a Uribe, sufren de una extrema e incurable cacosmia.

Septiembre 17 de 2009. Publicado en el blog La Otra Tribuna (http://www.laotratribuna1.blogspot.com/)

No hay comentarios:

Publicar un comentario