La idea moderna de ciudadanía se ha desarrollado, en términos generales, como posesión de derechos, tomando la forma de un mecanismo que le otorga a los individuos un cierto numero de derechos tendientes a garantizar que sean tratados como miembros, en propiedad, de una sociedad de iguales; cosa que posibilita la cooperación social y por ende la existencia de una sociedad, siendo esto ultimo, precisamente, uno de los principales objetivos que contemporáneamente se le ha atribuido. Siguiendo a T.H. Marshall, se puede observar los componentes conceptuales y procedimentales de la ciudadanía dividiéndola en tres componentes: civil, político, y social.Cada una de estos tres elementos de la ciudadanía se desarrolla, o al menos se póstula, en sus puntos esenciales, en un siglo distinto: los derechos civiles en el siglo XVIII, los políticos en el siglo XIX y los sociales en el siglo XX La comprensión moderna de la ciudadanía como posesión de derechos, propia de la tradición democrático-liberal, gana en importancia, en tanto, es, precisamente, la crisis de las sociedades liberales y democráticas y de su ordenación en forma de estados nacionales, el resorte que impulsa la discusión en torno a la ciudadanía y su vigencia como factor organizador de la sociedad moderna.. La ciudadanía es entendida modernamente como un estatus que se le concede a los miembros de pleno derecho de una comunidad, cobijándolos a todos en pie de igualdad, es decir, sus beneficiarios son iguales en cuanto a los derechos y obligaciones que implica.
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