Por Victor Manuel Nino
La segunda vuelta en junio del 2011 en la elección del Presidente del Perú, entre los candidatos Ollanta Humala y Keiko Fujimori se ve solo como una competencia por el logro del poder y no como debería ser, un camino político en el que los candidatos dan lo mejor de sus “ideologías” en los que ellos creen que debe ser mejor para el país, o lo mejor para el logro de las aspiraciones de la mayoría, que son en ultimas los que eligen a los presidentes (si no es que las minorías lo eligen). Esto parece cierto sobre todo en el caso de Keiko Fujimori, que contrató un asesor norteamericano para dar fuerza a su idea de su programa bandera “el ataque a la delincuencia” (La delincuencia común y organizada es por hoy, uno de los mayores problemas de América Latina, que según la experiencia de muchos países, ha sido imposible controlarla con la represión, como en el caso de Centroamérica).
La candidata Fujimori, al parecer esta tratando de sintonizar el sentimiento popular (que abandonado a si mismo, se traduce en “irracionalidad”, se traduce se podría decir en “sentimentalismos” futboleros) y más que sintonizarlo, esta tratando de polarizar los problemas de la nación en opciones de fuerza, que es lo que sintoniza con la “irracionalidad” y que es lo que han hecho los candidatos de opción populista, bien sea de derechas que de izquierdas. La intención de Keiko es polarizar los problemas del país, como sucedió en Colombia entre guerra al enemigo y pobreza; pero esta vez entre delincuencia y pobreza, haciendo lo mismo que hizo su padre al posesionarse con la opción de la fuerza. Es una clara manipulación de la realidad, que se traduce en un favorecer a los efectos y no a las causas: así Ollanta propone reducir la pobreza e invertir en educación, que viéndolo bien encausa, pero parece increíble de tanto que se ha prometido. Al racionalizar los efectos (cuales podrían ser las fuertes causas de la delincuencia) se sintoniza con la pura “irracionalidad” de la realidad, lo que se traduce a la vez, en el abandono de la misión de los Presidentes, que es trabajar por la “generalidad” y no ser tan “cositeros” como un encargado de oficina; es decir, dividen los problemas del país en soluciones tan positivas como el trabajo de la policía. Como decía un prometedor candidato a político “pues si hay un hueco, se tapa” .La ideología actual –se repetirá mil veces- trabaja los efectos y no las causas. La vertiginosa carrera positivista del mundo, apunta a una extrema manipulación de la realidad. La opinión que tiene la población, la crea esta manipulación de la realidad por los medios de comunicación: se podría asegurar que un candidato hábil crea sus propios mitos y barre dependiendo de sus conocimientos en manipular el alma de la población. Cabria preguntarse donde se están educando los comunicadores sociales, los que tienen como encargo trabajar en esta realidad y presentarles a sus ciudadanos las informaciones que se cuelan de la realidad y la realidad que presentan sus representantes.
La candidata Fujimori, al parecer esta tratando de sintonizar el sentimiento popular (que abandonado a si mismo, se traduce en “irracionalidad”, se traduce se podría decir en “sentimentalismos” futboleros) y más que sintonizarlo, esta tratando de polarizar los problemas de la nación en opciones de fuerza, que es lo que sintoniza con la “irracionalidad” y que es lo que han hecho los candidatos de opción populista, bien sea de derechas que de izquierdas. La intención de Keiko es polarizar los problemas del país, como sucedió en Colombia entre guerra al enemigo y pobreza; pero esta vez entre delincuencia y pobreza, haciendo lo mismo que hizo su padre al posesionarse con la opción de la fuerza. Es una clara manipulación de la realidad, que se traduce en un favorecer a los efectos y no a las causas: así Ollanta propone reducir la pobreza e invertir en educación, que viéndolo bien encausa, pero parece increíble de tanto que se ha prometido. Al racionalizar los efectos (cuales podrían ser las fuertes causas de la delincuencia) se sintoniza con la pura “irracionalidad” de la realidad, lo que se traduce a la vez, en el abandono de la misión de los Presidentes, que es trabajar por la “generalidad” y no ser tan “cositeros” como un encargado de oficina; es decir, dividen los problemas del país en soluciones tan positivas como el trabajo de la policía. Como decía un prometedor candidato a político “pues si hay un hueco, se tapa” .La ideología actual –se repetirá mil veces- trabaja los efectos y no las causas. La vertiginosa carrera positivista del mundo, apunta a una extrema manipulación de la realidad. La opinión que tiene la población, la crea esta manipulación de la realidad por los medios de comunicación: se podría asegurar que un candidato hábil crea sus propios mitos y barre dependiendo de sus conocimientos en manipular el alma de la población. Cabria preguntarse donde se están educando los comunicadores sociales, los que tienen como encargo trabajar en esta realidad y presentarles a sus ciudadanos las informaciones que se cuelan de la realidad y la realidad que presentan sus representantes.
*Escritor