LOS FALSOS POSITIVOS CON LOS JOVENES SON UN SINTOMA DE LA PRECARIA CONDICION DE LA JUVENTUD EN EL PAIS.
Mientras el país especula sobre la suerte de este gobierno en manos del controvertido referendo reeleccionista, la designación de Barack Obama como presidente de Estados Unidos y la cotidanidad de reinas, futbol y pirámides, pocos se han detenido a reflexionar sobre los niveles a que ha llegado el conflicto colombiano a partir de las revelaciones de falsos positivos mediante los cuales la Fuerza Pública legaliza ejecuciones extrajudiciales para ganar privilegios; un síntoma, de la degradación a la que ha llegado el Estado colombiano en su lucha contra la insurgencia. El modus operandi para realizar estos asesinatos ha sido de cuatro tipos distintos de ejecución:
1. Falso positivo por ocultamiento, “no existía la intención de asesinar a un inocente, pero al hacerlo, no admiten el error, sino que lo presentan como guerrillero. Es el caso de Cajamarca” .
2. Falso positivo por limpieza social, “Con el ánimo de aumentar las bajas, deciden matar personas en un alto grado de vulnerabilidad y por quienes, suponen ellos, nadie va a preguntar” .
3. El tercero es la táctica paramilitar. “Las víctimas son personas que les resultan sospechosas de vínculos con la guerrilla, pero por falta de pruebas no pueden capturar. Entonces deciden matarlos simulando un combate” .
4. El último es el más preocupante de todos y fue el ocurrido con los 11 jóvenes de Soacha (Cundinamarca), los 11 de Toluviejo (Sucre), los tres de Barranquilla y los tres de Chinchiná (Caldas) en la cual la Fuerza Pública estaba aliada con la delincuencia para buscar beneficios mutuos. Los primeros sumaban puntos en la guarnición militar por cada baja que obtenían gracias a los delincuentes; estos en contraprestación, lograban poca presión militar y hasta negocios con la munición que supuestamente gastaban los militares. Uno de los casos, ocurrió con uno de los jóvenes de Soacha, el reporte informaba un gasto de mil municiones a un joven que solo tenía tres impactos.
Los casos reportados tanto en la Fiscalía General de la Nación como en la Procuraduría dan cuenta de un alarmante aumento en las denuncias por falsos positivos a manos de las fuerzas armadas. A partir del 2001 y hasta la fecha, la Fiscalía reporta 660 procesos de este tipo, mientras que la Procuraduría registra 934 casos que involucran a 2.878 militares.
Salvaguardar los Derechos Humanos es una responsabilidad del Estado y el asesinato de jóvenes en esta guerra historia donde ellos son la carne de cañón de los grupos armados legal o ilegal, es solo la punta del iceberg de la vulneración de sus derechos y de la precariedad de la condición de la juventud en Colombia.
Un país, donde los jóvenes por falta de oportunidades académicas, laborales y culturales se prestan a cargar un fusil, donde el reclutamiento forzado y la vinculación de niños y jóvenes a la guerra se acrecenta día tras día, donde no reconoce el derecho a la objeción de conciencia para prestar servicio militar obligatorio y tampoco firma la Convención Iberoamericana de los Derechos de la Juventud. Además, contamos con una cifra alarmante de jóvenes desmovilizados quienes tienen las puertas cerradas para crecer como ciudadanos, pero sí bien abiertas para volver a la guerra y a la delincuencia. Un país, que por culpa del conflicto involucró a las mujeres no sólo para combatir, sino también para ser maltratadas y violadas, pero a la vez, persigue a los pueblos indígenas y afrodescendientes; al igual que la población LGTB, buscando su eliminación. Donde la cifra de desempleo es la más alta de toda America Latina y la salud es un privilegio porque te excluyen cuando tienes 18 años. Un país, que tiene una caseria de brujas hacia los jóvenes de la universidades públicas y persiguen a las madres de los jóvenes asesinados en Soacha por haber denunciado. Un país, que cuenta con una institucionalidad juvenil nacional, Colombia Joven, que no se pronuncia por lo que pasa, desacreditada, sin presupuesto, ni incidencia y más cercana a su desaparición; y un país, que no tiene memoria…
Debemos ampliar nuestra mirada y reconocer que la juventud en Colombia sigue siendo asesinada, no solo por las balas falsos positivos, sino por toda una violencia estructural que desconoce e invisibiliza los derechos de la población juvenil.
Por todo lo anterior, invitamos a todos los firmantes a contarle al vecino, al profesor, al amigo, al taxista, a la pareja, lo que pasa con la juventud en Colombia y pensar qué hacer: si repetir la misma historia de acumular generaciones perdidas o reconocernos como el presente y futuro de nuestro país.
Además, le solicitamos al gobierno colombiano:
• Resarcir el daño a las victimas de cada falso positivo.
• Y Brindar verdaderas oportunidades integrales para que la juventud incida en el desarrollo histórico del país.
Aquellas organizaciones sociales, instituciones y personas naturales o jurídicas que se sientan identificadas con este pronunciamiento las instamos a que se vinculen al mismo y entre todos unamos las voces para protestar por esta situación, a no quedarnos callados, a continuar denunciado irregularidades y a velar porque se cumplan los compromisos que competen al gobierno nacional para que estos sucesos no se repitan.
¿Qué les queda a los jóvenes?
…
¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan / abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno /
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente.
Mario Benedetti
Puede reenviar este compromiso a sus contactos personales, visitar la página http://www.redcamaleon.com/ y dejar su mensaje, o en la Comunidad Virtual Juventud Por Colombia en el portal http://comunidades.semana.com/wf_InfoForo.aspx?IdForo=82 de Semana.com
Contacto: informacion@redcamaleon.com
Mientras el país especula sobre la suerte de este gobierno en manos del controvertido referendo reeleccionista, la designación de Barack Obama como presidente de Estados Unidos y la cotidanidad de reinas, futbol y pirámides, pocos se han detenido a reflexionar sobre los niveles a que ha llegado el conflicto colombiano a partir de las revelaciones de falsos positivos mediante los cuales la Fuerza Pública legaliza ejecuciones extrajudiciales para ganar privilegios; un síntoma, de la degradación a la que ha llegado el Estado colombiano en su lucha contra la insurgencia. El modus operandi para realizar estos asesinatos ha sido de cuatro tipos distintos de ejecución:
1. Falso positivo por ocultamiento, “no existía la intención de asesinar a un inocente, pero al hacerlo, no admiten el error, sino que lo presentan como guerrillero. Es el caso de Cajamarca” .
2. Falso positivo por limpieza social, “Con el ánimo de aumentar las bajas, deciden matar personas en un alto grado de vulnerabilidad y por quienes, suponen ellos, nadie va a preguntar” .
3. El tercero es la táctica paramilitar. “Las víctimas son personas que les resultan sospechosas de vínculos con la guerrilla, pero por falta de pruebas no pueden capturar. Entonces deciden matarlos simulando un combate” .
4. El último es el más preocupante de todos y fue el ocurrido con los 11 jóvenes de Soacha (Cundinamarca), los 11 de Toluviejo (Sucre), los tres de Barranquilla y los tres de Chinchiná (Caldas) en la cual la Fuerza Pública estaba aliada con la delincuencia para buscar beneficios mutuos. Los primeros sumaban puntos en la guarnición militar por cada baja que obtenían gracias a los delincuentes; estos en contraprestación, lograban poca presión militar y hasta negocios con la munición que supuestamente gastaban los militares. Uno de los casos, ocurrió con uno de los jóvenes de Soacha, el reporte informaba un gasto de mil municiones a un joven que solo tenía tres impactos.
Los casos reportados tanto en la Fiscalía General de la Nación como en la Procuraduría dan cuenta de un alarmante aumento en las denuncias por falsos positivos a manos de las fuerzas armadas. A partir del 2001 y hasta la fecha, la Fiscalía reporta 660 procesos de este tipo, mientras que la Procuraduría registra 934 casos que involucran a 2.878 militares.
Salvaguardar los Derechos Humanos es una responsabilidad del Estado y el asesinato de jóvenes en esta guerra historia donde ellos son la carne de cañón de los grupos armados legal o ilegal, es solo la punta del iceberg de la vulneración de sus derechos y de la precariedad de la condición de la juventud en Colombia.
Un país, donde los jóvenes por falta de oportunidades académicas, laborales y culturales se prestan a cargar un fusil, donde el reclutamiento forzado y la vinculación de niños y jóvenes a la guerra se acrecenta día tras día, donde no reconoce el derecho a la objeción de conciencia para prestar servicio militar obligatorio y tampoco firma la Convención Iberoamericana de los Derechos de la Juventud. Además, contamos con una cifra alarmante de jóvenes desmovilizados quienes tienen las puertas cerradas para crecer como ciudadanos, pero sí bien abiertas para volver a la guerra y a la delincuencia. Un país, que por culpa del conflicto involucró a las mujeres no sólo para combatir, sino también para ser maltratadas y violadas, pero a la vez, persigue a los pueblos indígenas y afrodescendientes; al igual que la población LGTB, buscando su eliminación. Donde la cifra de desempleo es la más alta de toda America Latina y la salud es un privilegio porque te excluyen cuando tienes 18 años. Un país, que tiene una caseria de brujas hacia los jóvenes de la universidades públicas y persiguen a las madres de los jóvenes asesinados en Soacha por haber denunciado. Un país, que cuenta con una institucionalidad juvenil nacional, Colombia Joven, que no se pronuncia por lo que pasa, desacreditada, sin presupuesto, ni incidencia y más cercana a su desaparición; y un país, que no tiene memoria…
Debemos ampliar nuestra mirada y reconocer que la juventud en Colombia sigue siendo asesinada, no solo por las balas falsos positivos, sino por toda una violencia estructural que desconoce e invisibiliza los derechos de la población juvenil.
Por todo lo anterior, invitamos a todos los firmantes a contarle al vecino, al profesor, al amigo, al taxista, a la pareja, lo que pasa con la juventud en Colombia y pensar qué hacer: si repetir la misma historia de acumular generaciones perdidas o reconocernos como el presente y futuro de nuestro país.
Además, le solicitamos al gobierno colombiano:
• Resarcir el daño a las victimas de cada falso positivo.
• Y Brindar verdaderas oportunidades integrales para que la juventud incida en el desarrollo histórico del país.
Aquellas organizaciones sociales, instituciones y personas naturales o jurídicas que se sientan identificadas con este pronunciamiento las instamos a que se vinculen al mismo y entre todos unamos las voces para protestar por esta situación, a no quedarnos callados, a continuar denunciado irregularidades y a velar porque se cumplan los compromisos que competen al gobierno nacional para que estos sucesos no se repitan.
¿Qué les queda a los jóvenes?
…
¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan / abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno /
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente.
Mario Benedetti
Puede reenviar este compromiso a sus contactos personales, visitar la página http://www.redcamaleon.com/ y dejar su mensaje, o en la Comunidad Virtual Juventud Por Colombia en el portal http://comunidades.semana.com/wf_InfoForo.aspx?IdForo=82 de Semana.com
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