lunes, 25 de abril de 2011

DIEZ CONCLUSIONES EN MEDIO DE LA TEMPORADA INVERNAL



Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo



Con la fuerte temporada invernal que en estos momentos tiene en crisis varias regiones del país, quedan varias conclusiones. Dejo, por el momento, diez para considerar:


La primera, que el modelo de desarrollo extractivo y poco amable con la naturaleza, hizo crisis y que es urgente pensar en revertir procesos y repensar la relación H-N. Para ello, bien podría servirnos mirar las lógicas y cosmovisiones de comunidades negras e indígenas que de tiempo atrás mantienen una relación consustancial con la Madre Tierra. Si la tecnología y la técnica nos han permitido afectar de tal manera ecosistemas estratégicos y frágiles, ellas mismas deben servirnos para replantear ciertas actividades antrópicas que claramente ponen en riesgo la vida y las características de ciertos ecosistemas y por ese camino, la calidad de vida y la vida misma de millones de seres humanos.


La segunda, que al no tener una idea consolidada de Estado y un sentido de la responsabilidad de quienes fungen como funcionarios públicos, especialmente dentro de entidades como las CAR, responsables directos del manejo de las cuencas hidrográficas. Directores y demás funcionarios de dichas entidades actúan no con criterios técnicos y científicos, sino con la actitud propia de funcionarios nombrados bajo esquemas clientelares, dispuestos para beneficiar a empresas y a particulares poderosos, en el marco de una idea de desarrollo a todas luces equívoca, a juzgar por los claros efectos negativos que deja esta y la anterior temporada invernal en Colombia y que como siempre, afecta a los menos favorecidos.


La tercera, que hay total incapacidad del Estado para responder con eficiencia y efectividad ante eventos catastróficos. La actitud negligente de alcaldes y gobernadores, sumada a la inexistencia de una política ambiental nacional, son muestras fehacientes del carácter y el talante privatizado de un Estado débil y precario como el que hemos construido de tiempo atrás.


La cuarta, que mientras no se castigue ejemplarmente la falta de previsión, la ineptitud y en general la negligencia de alcaldes, gobernadores y de funcionarios de las CAR, una y otra vez se repetirán las tragedias que hoy lamentamos. Es urgente que la Procuraduría General de la Nación y la Contraloría General de la República revisen y esculquen las actuaciones de unos y otros, para determinar responsabilidades. Ya es hora que se castigue la irresponsabilidad de los funcionarios públicos que por acción u omisión han permitido el deterioro ambiental y las graves consecuencias dejadas hasta el momento por la ola invernal.


La quinta, que es urgente desmontar las redes clientelares enquistadas en las CAR y buscar reformarlas de tal manera, que sus funciones vayan encaminadas a establecer mejores relaciones con disímiles ecosistemas, bajo una nueva idea de desarrollo sostenible.



La sexta, que los particulares y cada uno de los ciudadanos colombianos, junto a organizaciones de la sociedad civil, actuemos con responsabilidad y demandemos de las autoridades ambientales el cumplimiento de los marcos legales ambientales. Hay que presionar y exigir a quienes han puesto el Estado al servicio de sus propios intereses y al de poderosos empresarios.


La séptima, que la Universidad y en general las asociaciones de profesionales (ingenieros ambientales, ambientalistas y planificadores, entre otros) vigilen de cerca el actuar de las CAR, de los alcaldes y gobernadores y del propio gobierno central, y demanden acciones concretas que eviten los estragos que hoy dejada la temporada invernal.


La octava, que es necesario revisar a fondo la política agraria en Colombia. Es hora de replantear las prácticas de monocultivo, especialmente aquellas que tienen mayores impactos en ríos y quebradas. De igual manera, lo que tiene que ver con la potrerización de vastas y frágiles zonas,


La novena, que es clave empezar a discutir políticas de poblamiento en aras de bajar la presión que actualmente se ejerce sobre zonas de ladera y ecosistemas de montaña. Por ello es clave un plan de ordenamiento territorial ambiental, que convine las necesidades económicas y sociales y en general el bienestar humano, y el conocimiento de las lógicas de complejos ecosistemas naturales.


Y la décima, hay que enfrentar con celeridad la pobreza que abraza a millones de colombianos. Al vivir en aquellas circunstancias, millones de compatriotas quedan a merced de furiosos ríos y quebradas, víctimas a su vez, de actividades antrópicas insostenibles. Hay que reubicar barrios y veredas, pero sobre todo, garantizar una vida digna a quienes hoy viven en condiciones de pobreza y fragilidad.



Adenda: ¿en ocho años de gobierno qué hizo Uribe Vélez por el país en materia de planificación urbana y política ambiental? Nada. Fueron dos periodos de clientelismo, de burda corrupción política y de desmonte del Estado social de derecho. Y pensar que existen aún colombianos que creen que ha sido el mejor Presidente de Colombia…

martes, 12 de abril de 2011

Contra el utilitarismo ( José Enrique Rodó en la critica a la “cultura” por Mario Vargas llosa)

Por Victor Manuel Nino


La conferencia "Poder y Educación Superior" a cargo de Mario Vargas Llosa, el pasado mes de marzo(2011), organizada por la UAM (Universidad Autónoma de México) tocó principalmente tres tesis : “las tercas especializaciones” universitarias como elementos destructores de la comunicación social; “El encuentro de las vocaciones” en los estudiantes como elementos constructores de la armonía social y como función de la universidad, y el cultivo de “las humanidades” (entre ellas principalmente la literatura) como bases constructoras también del desarrollo social que no debe ser estrictamente utilitario.

Estas tres tesis, sin exagerar, están acaso relacionadas con el ideal que sembró José Enrique Rodó en los intelectuales latinoamericanos: el ideal de Ariel que no precisamente sería su interpretación clásica Ariel, Calibán (Estados Unidos, Latinoamérica)que tantos tratados suscitó, sino la crítica de Rodó a la especialización en la educación y su ideal de la perfección de las humanidades y las artes en la cultura latinoamericana como base de su independencia y porvenir ; y esta formulación de Rodó está dada desde su visión del aislamiento de las sociedades latinas ( virreinatos) hasta su integración primera por medio de la cultura, pues es un axioma que una integración política económica de Latinoamérica despierta un gran recelo de las hegemonías potenciales del mundo, que siguen teniendo “espíritus de taifas” de división hacia el continente latino (divide y los tendrás), y con la no menos complicidad de aquellos que todavía siguen teniendo el espíritu de aquellos que construyeron sus “Insulas de Baratavia” no habiendo aun concluido la independencia de España.

Entonces no serían casuales las críticas de Vargas Llosa a los nacionalismos y sobre todo a los nacionalismos latinoamericanos, y que se hacen más perniciosos cuando estos nacionalismos vienen teñidos de cultura ( en un ejemplo reciente, la supuesta existencia de una intelectualidad Argentina, formulada desde un dogmatismo: el dogmatismo “intelectuales kirchneristas”;aun los nacionalismos formulados por políticos populistas de izquierda y derecha). Cuando la “cultura” se hace nacional, se burocratiza, y la burocratización de la cultura es la peor de las atomizaciones o partículas desintegradoras.

En el caso de las humanidades su atomización en Latinoamérica viene estructurada desde ese “espíritu de taifas” con el que se ha pretendido hacer imposible una “integración democrática, pacífica y solidaria de América latina. Esa atomización consiste en el profundo desprecio por la cultura que han manifestado las elites y los sucesivo gobiernos de las “Insulas” o “republique tas”, desprecio manifestado en muchas formas y de las cuales las principales están en las continuas proliferaciones de las universidades e instituciones privadas que encarecen la educación y le quitan la responsabilidad de los Estados a educar; el desprecio de una sociedad por la cultura que se ha hecho estrictamente utilitaria y ha fomentado la incomunicación y el vocabulario tecnócrata a altos niveles. En las Universidades el cultivo de las humanidades tienen ese elemento desintegrador principalmente con la adopción de los nacionalismos en carreras como literatura , traducido en las especializaciones de intelectuales que se dicen llamar “colombianistas” argentinistas “Ecuatorianistas” etc.. entonces no es casual especialidades como literatura colombiana, literatura argentina etc. y un abandono de los estudios integradores como las “antologías continentales” , sin contar la inundación de bibliografía que recae sobre los pobres estudiantes que no alcanzan a asimilar un solo libro de lo leído, de manera que cuando un profesor de literatura ejerce en el bachillerato, reproduce este aluvión que da como resultado el desprecio de la lectura en la sociedad. En filosofía los estudios se complican , pues los estudiantes se enfrentan a especializaciones más nefastas sin contar con el autoritarismo profesoral y el desatinado estudio de la “historia de la filosofía” lo que lleva a que los estudiantes no se enfrenten en grupo a los textos clásicos y así posibilite un dogmatismo que se irá a reproducir en el bachillerato.

Estas generalizaciones caben también en las carreras de Historia” solo que esta es más ideologizada en las universidades latinoamericanas en su apego a las teorizaciones que se fragmentan en especializaciones, regionalismos, nacionalismos. Así las cosas, las humanidades padecen de problemas que solucionar en una universidad que se hace utilitaria y opuesta a las humanidades. En Latinoamérica tenemos una universidad privada fuerte que debilita tremendamente la universidad pública y le impide su desarrollo democrático que es el de brindar educación gratis y de calidad. La universidad además siempre ha sido de corte profesionista y no desarrolla la investigación y la tecnología (lo que explica el nulo aporte latino a la ciencia y a la investigación y la ausencia de premios nobeles en estos campos) que es el bastión de los países desarrollados. No se puede formular desde una universidad de corte autoritaria o profesionista, una fundamentada critica a la tecnocracia que desarrolla las especializaciones, y más si la tecnocracia en las humanidades se fundamentan en un utilitarismo no desarrollado desde una investigación.

La crítica del premio nobel portugués de literatura José Saramago a los Estados que se han convertido en meros Estados policivos, en donde la mano invisible y la tecnocracia de especialistas del Estado pululan, apuntan a esto. La crítica de Rodó a las especializaciones en su “Ariel” están formuladas como las del premio nobel Vargas Llosa, desde una generalidad, lo mismo que en “Motivos de Proteo” el llamamiento a ejercer “la voluntad”. Para Rodó como en Grecia Antigua, el talento debe residir en el cultivo de todas las facultades humanas : razón e instinto; las fuerzas del espíritu y las del cuerpo; idealidad y realidad; lo mismo que para Vargas Llosa, lo que la Universidad niega: “espíritus muy capaces bajo un aspecto único y monstruosamente ineptos bajo todos los otros”(Rodó). La interpretación Rodoniana maniqueista entre solo instinto y razón no tienen cabida aquí.

Ignoro si en Vargas Llosa esta critica tendrá las consecuencias esbozadas aquí y si su postura “liberal” está compaginada con una universidad que sea del Estado, pero si obviamente “neutral” y con libertad de cátedra e investigación.

*Escritor