lunes, 24 de mayo de 2010

Silvio Rodríguez considera un "insulto" el reclamo español de democracia en Cuba

Silvio Rodríguez considera un "insulto" el reclamo español de democracia en Cuba

Cortina de Albahaca
Según él comentó a Cubadebate, “hoy por la mañana recibí la siguiente
respuesta de El País: ‘Recibido. Un saludo’ y después un machón
oficial que dice que están en su derecho cambiar y reducir los
artículos no solicitados, etc, etc. Yo creo que hice bien en darle
otro camino”. Y aquí está.

Un grupo de artistas y escritores españoles ha lanzado una plataforma
para democratizar a Cuba. Y cuando un cubano opina diferente, decretan
que sus argumentos son cortinas de humo de la dictadura que padece y
lo comparan con los franquistas. Pero los dioses parecen haberles
castigado. Porque, precisamente por haberse atrevido a investigar los
crímenes del franquismo, el Consejo General del Poder Judicial acaba
de suspender al juez Baltasar Garzón de la Audiencia Nacional de
España. Esta sentencia es un golpe durísimo a una democracia desde la
que se pretende juzgar o mandar a juzgar los supuestos defectos
ajenos, pero ojo con quien toque a los propios.

El veto a Garzón, considerado un héroe, ocurre en el mismo país que
hace pocos años dio al mundo una verdadera lección de democracia, al
votar contra el partido gobernante que los metió en una guerra
injusta, haciendo oídos sordos a enormes manifestaciones populares.
Personalmente no me explico cómo estas personalidades han llegado a la
conclusión de que la política hacia Cuba debe ser la del aislamiento y
el bloqueo. Es como si desconocieran que hace medio siglo esa misma
política no ha logrado mover ni un milímetro la determinación de la
mayoría de los cubanos.

Por otra parte, los cubanos también queremos cambios, pero
consensuados por nosotros. Esas transformaciones ocurrirán más
temprano o más tarde y la única política capaz de acelerarlas es el
fin del bloqueo. Todo lo que se nos haga con asedio y presiones no
podremos considerarlo a nuestro favor, sino como un insulto a nuestra
autodeterminación, una injerencia inadmisible en nuestras vidas.
Tantas agresiones y amenazas nos han enseñado que la supervivencia
pasa por una sociedad orgánica, íntegra, indivisible. Así hemos salido
airosos de embates artificiales y naturales. Pero sabemos que somos el
resultado de un apremio, por vivir acosados. No creemos en un gobierno
centralizado para siempre. Más bien solemos verlo como un concepto de
emergencia, un mal necesario que el camino de la emancipación nacional
nos ha impuesto para sobrevivir. El fin del bloqueo nos despejará
profundamente, creando condiciones para que avancemos también en el
concepto democrático. Subrayo que no quiero decir que sólo sin el
bloqueo seremos más democráticos, sino que estoy seguro de que así lo
conseguiremos más pronto.

La flamante plataforma propone aislar aún más a Cuba y agravar nuestra
ya precaria economía. Pretende convencer al mundo de que la asfixia
resolverá nuestros problemas. Su hipotético éxito significaría mucho
más sufrimiento para nuestro pueblo, que lleva medio siglo enfrentando
todo tipo de dificultades. Nuestra larga experiencia en “propuestas”
foráneas nos dice que esta acción no es más que un nuevo artilugio
para obligarnos a hacer lo que otros consideran que debemos hacer.
Partiendo de que se trata de personas bien intencionadas, no sé cómo
no entienden la ofensa de pretender que nos volvamos como ellos, con
las reservas que despiertan esas democracias de banqueros ladrones y
ejércitos ocupantes. Para colmo, cuando respondemos que no estamos de
acuerdo, pretenden negarnos el derecho a que se nos escuche, porque
todo lo que no razone como ellos -dicen- viene contaminado de
dictadura.

Capitaneados por un gran escritor peruano con un largo historial
reaccionario, ciertos intelectuales españoles han decidido gastar más
horas elucubrando cómo hacernos daño que investigando hasta qué punto
viven en una democracia. Algunos parecen más preocupados por Orlando
Zapata -un hombre que tuvo el valor de escoger su propia muerte y
enfrentarla- , que de los más de cien mil españoles asesinados en la
era de Franco. Es triste ver lo poco que les interesa profundizar en
la realidad cubana, cuando sus conclusiones son las mismas que las de
los peores enemigos de nuestra dignidad. Por eso acabo admitiendo que
esta página efectivamente es una cortina, no de humo pero sí de
albahaca, contra la fetidez de su pretendida salvación.


Silvio Rodríguez Domínguez,
La Habana, mayo, 2010.

jueves, 20 de mayo de 2010

Tratamientos periodísticos cómplices con los paraempresarios

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

El paramilitarismo pasó de ser un fenómeno asociado exclusivamente a la violencia política, en el marco de una respuesta contrainsurgente del Estado y de un sector de la sociedad civil, a un fenómeno sociocultural, económico e ideológico, que involucra al grueso de las organizaciones sociales de una sociedad civil que legitimó no sólo el actuar criminal de las AUC, sino los apoyos que grandes, medianos y pequeños empresarios dieron a las fuerzas paramilitares.

Ayer la Fiscalía General ordenó la captura de cerca de 22 empresarios del sector palmicultor, en un hecho jurídico que puede ser el inicio de un proceso o de una etapa en el contexto de la parapolítica, que bien puede llamarse paranegocios o etapa paraempresarial en la que los acusados ya no serán políticos profesionales (congresistas, ex senadores, entre otros servidores públicos), sino ciudadanos y empresarios que, actuando políticamente, apoyaron las actividades criminales de los paramilitares.

Parece ser que por un lado va el interés de la Fiscalía de develar el juicioso tejido de responsabilidades que rodean la aparición y sostenimiento del fenómeno paramilitar, y por el otro, los intereses de la gran prensa nacional de minimizar y/o ocultar lo que debería de ser un hecho noticioso de primera página: Empresarios colombianos responsables de la violación de los derechos y cómplices en la comisión de delitos de lesa humanidad.

Ahora bien, pareciera que la gran prensa en Colombia queda y está satisfecha cuando en los escándalos jurídico-políticos sólo son protagonistas congresistas, gobernadores y alcaldes. Pero cuando los protagonistas son ‘honorables empresarios’, editores y periodistas moderan el discurso y hacen un tratamiento noticioso diferente, acomodado, justamente porque se trata de Empresarios. ¿Será porque en el imaginario colectivo los políticos ya tienen una muy bien ganada mala reputación o quizás porque el empresariado para los medios es sinónimo de pauta o de negocios?

En una rápida observación a varios medios de comunicación, en sus versiones impresas, encuentro tratamientos periodísticos preocupantes, pues dejan la sensación de que los medios de comunicación son cómplices de la muerte, persecución y desplazamiento forzoso de negros, indígenas y campesinos pobres, circunstancias que se explican y se sostienen porque en el grueso de la sociedad subsisten actitudes discriminatorias y racistas frente a dichos sectores poblacionales.

Por ejemplo, al mirar el diario EL PAIS de Cali, del 20 de mayo de 2010, en la página A9, sección Orden, aparece el titular Fiscalía ordena captura de 24 empresarios (sic), nota firmada por Colprensa, con origen en Bogotá. Es decir, la decisión editorial del diario regional fue minimizar el hecho noticioso, ubicando una nota corta en el extremo izquierdo abajo de la página A9. ¿Por qué no abrió EL PAIS con ese hecho? ¿Por qué no inicia la gran prensa un proceso de pesquisa y de presión a las autoridades, con el fin de develar a las empresas y empresarios que apoyaron y apoyan aún el fenómeno paramilitar? De esta manera no se construye una opinión pública crítica y capaz de comprender lo que viene sucediendo con el desplazamiento forzoso de afros e indígenas.

En Portafolio, en la página 11, sección Economía Hoy, en el extremo inferior de la página (al centro), aparece el titular Orden de captura contra palmicultores del Urabá (sic). En la misma nota de Portafolio aparece un llamado o recuadro que dice: “20 son las personas afectadas por la medida dictada por la Fiscalía General en un proceso por desplazamiento forzado” (sic).


Por su parte, EL TIEMPO edita una nota en la primera página de su edición del 20 de mayo, en el extremo derecho de su primera página, con un título que dice: Orden de captura a 22 vinculados a empresas de palma (sic). El antetítulo de la nota lleva la palabra Paramilitarismo.

En el lead de la misma nota se lee: “Por provocar el desplazamiento forzado de afrodescendientes de las cuencas de los ríos Curvaradó y Juguamiandó y por invadir sus tierras en esa zona del Bajo Atrato chocoano, entre 1997 y el 2001, la Fiscalía ordenó la captura de 22 directivos, dueños y empleados de empresas palmicultores” (sic).

Parece cuidarse EL TIEMPO de hablar de empresarios al ubicar en el título de primera página el termino vinculados, que poco ayuda al lector a entender si se trata de Empresarios de un sector señalado como cercano a los paramilitares, por lo menos ideológicamente, o si se trata de simples empleados de algunas empresas palmicultoras que decidieron apoyar a miembros de las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia.

En el periódico ADN, de la Casa Editorial EL TIEMPO, se editó una nota (página 6, extremo inferior derecho) en la edición del 20 de mayo de 2010, relacionada con el mismo hecho noticioso, bajo el título Fiscalía cuestiona proyecto palmicultor (sic). No creo que el papel de la Fiscalía sea cuestionar, por el contrario, es acusar o absolver a quienes estén vinculados procesos penales.

En esta rápida observación hay un evidente tratamiento periodístico-noticioso que podemos calificar como de ocultamiento, frente al actuar de unos empresarios que según la Fiscalía, violaron los derechos humanos de un sector poblacional golpeado no sólo por palmicultores, paras y guerrilleros, sino por empresas mineras, por la sociedad, por actores de la sociedad civil y por supuesto, por el propio Estado. Estos tipos de tratamientos noticiosos hacen a los medios cómplices no sólo de un actuar criminal de empresarios y paracos, sino de la actitud indolente de una sociedad que mira con desprecio la vida de indígenas, negros y campesinos.

Será muy difícil desmontar el paramilitarismo, como fenómeno ideológico, social, económico y político, si actores de la sociedad civil, como las empresas mediáticas, insisten en minimizar u ocultar un asunto tan grave como lo es que grandes, medianos y pequeños Empresarios se hayan aliado con los paracos para violar los derechos humanos.

Que las organizaciones sociales de la sociedad civil hayan guardado silencio frente a la expansión del fenómeno paramilitar, es un indicador de que en cada colombiano puede haberse enquistado el resistente virus de la intolerancia y del odio a la diferencia, inoculado no sólo a través de la acción armada de paracos y guerrilleros, sino por la acción discursiva de los miembros de la sociedad colombiana y de agentes de la industria cultural, que se resisten a aceptar los proyectos de vida de afros, campesinos e indígenas.

Nota: consulte el blog La Otra Tribuna, http://www.laotratribuna1.blogspot.com/

viernes, 14 de mayo de 2010

PUEBLOS INDÍGENAS EN EL CAUCA, EN RIESGO DE DESAPARECER

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


Los cruentos enfrentamientos que sostienen las Farc y el Ejército Nacional en el norte del Cauca deben entenderse como una estrategia para eliminar o desplazar a los indígenas de sus territorios, abriendo así la posibilidad para proyectos productivos, legales e ilegales, en los cuales están no sólo interesadas las Farc, sino los carteles del narcotráfico, terratenientes caucanos y de otras zonas, así como agentes del gran capital nacional e internacional, que saben que dichos terrenos son un verdadero tesoro aún por explotar. El resultado esperado es que en esa zona del Cauca se den más Carimaguas para que políticas públicas como Agro Ingreso Seguro puedan beneficiar a los grandes empresarios del campo.

La consolidación de la “seguridad democrática” cumple un doble propósito: de un lado, el Gobierno de Uribe responde militarmente a las Farc, dizque para defender la vida y honra de la población civil, víctima de los subversivos. De otro lado, la misma respuesta del Estado sirve al propósito de muchos actores económicos, sociales y políticos de erosionar el Proyecto de Vida de los indígenas asentados en esa zona del Cauca. Por el lado de las Farc, éstas insisten en una lucha armada inocua que sostienen porque saben que necesitan de las tierras de los indígenas para sembrar coca y amapola y como corredor estratégico. Es decir, nuestros hermanos indígenas incomodan a grupos legales e ilegales, armados y no armados.

Farc y fuerzas militares hacen realidad los sueños de terratenientes, empresarios y políticos regionales que ven esos territorios como una zona especial para el desarrollo de proyectos productivos (siembra de palma, y de otros monocultivos, potrerización, desarrollo a fondo de actividades mineras, entre otros). A veces pienso que las acciones militares, los enfrentamientos armados, obedecen a un maridaje entre frentes de las Farc y sectores del Ejército, que se benefician del desplazamiento de los indígenas y campesinos.

Por ello quizás la crisis humanitaria que hoy sufren los indígenas apenas si ocupan las páginas de la gran prensa y poco preocupa a los actuales candidatos a la Presidencia. Finalmente, la autonomía de los territorios indígenas ha sido desde siempre un asunto molesto para el Estado y para varias organizaciones de la sociedad civil que deben estar felices con los enfrentamientos entre los dos actores armados y las graves consecuencias que deben soportar los indígenas.

A pesar de los avances logrados con la Constitución de 1991, insistimos en invisibilizar y perseguir la sabiduría y los proyectos de vida sustentables de los indígenas. Lejos está el Estado colombiano de alcanzar niveles óptimos de legitimidad y de aceptación de la diferencia, en un marco de pluralidad y respeto.

La guerra interna, con sus actores armados, es hoy, junto con las acciones de persecución adelantadas por los organismos de seguridad del Estado, así como los esfuerzos de invisibilización de los asuntos indígenas por parte de la industria cultural, la mejor estrategia para desaparecer a los pueblos indígenas. ¿Dónde están la ONU y las organizaciones humanitarias para que ayuden a parar la guerra que se lleva a cabo en los sagrados territorios indígenas? ¿Harán parte del juego económico de los agentes del gran capital? Mientras llegan las respuestas, asistiremos a la muerte de más y más indígenas.
Adenda: para destacar, la resistencia de las comunidades indígenas, ante la invasión de sus territorios. No sólo hay arrojo y valentía en el proceso de Resistencia, hay conciencia histórica y coherencia política.